Alguna vez he hecho rutas por las calles de Almería narrando a los asistentes las historias ocultas que se esconden en ellas, y todos me han mirado extrañados cuando les he dicho que el sol que aparece como emblema imponente en el muro absidal es el “Sol de Villalán”. La historia más o menos sería así: En 1969, el alcalde de Almería, Francisco Gómez, en su afán por promover el turismo almeriense (“Costa del Sol”), crea el galardón “Sol de Portocarrero” y se lo entrega al director de la compañía aérea Iberia en agradecimiento por inaugurar el avión “Ciudad de Almería”. Serían varias las personalidades agraciadas posteriormente con este honor, como Juan Antonio Samaranch. Esto se cortó en 1970[1]. Efectivamente, el obispo Portocarrero tenía un sol dentro de su escudo, pero muy distinto al de Villalán (que nada tiene que ver con la heráldica). Además, el de Portocarrero tiene solo 16 rayos (frente a los 36 del de Villalán), y estos están unidos a la línea de la cara (si nos fijamos en el de la catedral, veremos que un círculo los separa). ¿Entonces por qué Villalán puso este sol en la catedral? Algunos afirman que es llamativo ver un símbolo pagano en un lugar cristiano, pero nada tiene que ver con eso. Simplemente pretendía mostrar el renacer del Cristianismo representado con un sol mirando a oriente, cuyos rayos serían los que nos iluminasen en el nuevo camino de la fe. En la Biblia existen numerosas citas que aluden al sol como símbolo de Jesús. Misterio resuelto gracias a la multitud de historiadores como el Padre Tapia, Juan Oña, Juan López Martín o recientemente Emilio Esteban Hanza.
[1] “El Sol de la catedral es de Villalán”, Emilio Esteban Hanza (16/01/2014, Diario de Almería).